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INTERVENCIÓN DEL SECRETARIO DE RELACIONES EXTERIORES DE MÉXICO,
DOCTOR JORGE CASTAÑEDA,
EN EL XXXII PERIODO ORDINARIO DE SESIONES DE LA ASAMBLEA GENERAL
DE LA ORGANIZACIÓN DE LOS ESTADOS AMERICANOS (OEA) 

Bridgetown, Barbados,  2-4 de  junio de 2002

 

Señora Billie A Miller

Viceprimera ministra de Barbados, 

Señor César Gaviria

Secretario General de la OEA 

México agradece a Barbados que, en su carácter de anfitriona de la Asamblea, haya propuesto intercambiar puntos de vista sobre este tema tan importante para los países del hemisferio. Compartimos su apreciación de que es necesario ampliar las concepciones tradicionales de seguridad, limitadas a los aspectos militares y de conflicto entre Estados, para tomar en cuenta que la seguridad de nuestros países hoy depende también de otros factores. 

Coincidimos asimismo en que las cuestiones que Barbados ha identificado como claves en materia de seguridad, a saber, el tráfico de drogas, el SIDA, la privación económica, la pobreza y la exclusión social, la delincuencia trasnacional organizada, el tráfico de armas pequeñas y ligeras, la sustentabilidad ambiental, los desastres naturales y el terrorismo deben ser consideradas como algunas de las principales amenazas actuales. 

Al evaluar las necesidades de seguridad de nuestro hemisferio, debemos tener presente que la nuestra es una de las regiones más pacíficas del mundo. En la última década no han ocurrido conflictos armados entre los Estados de la región, ni han tenido lugar guerras civiles de gran magnitud. Además, nuestro hemisferio cuenta con la primera zona libre de armas nucleares en el mundo, configurada por el tratado de Tlatelolco y sus Protocolos, lo que reafirma la voluntad de paz en la región.  

No obstante,  debemos reconocer que aún persisten controversias territoriales y disputas fronterizas pendientes de solución que son causa de preocupación para todos los países del Hemisferio y para la comunidad internacional en su conjunto; que continúa la transferencia lícita y el tráfico de un exceso de armas pequeñas y ligeras; y que se mantienen elevados presupuestos militares, todos ellos factores que generan desconfianza y temor. 

Por otra parte, fenómenos como el narcotráfico y el crimen organizado, el terrorismo, el tráfico de armas, el lavado de dinero, y los desastres naturales, entre otros, han cobrado una nueva dimensión, tornándose en nuevos desafíos a la seguridad de la región. Estos fenómenos impactan de manera diferenciada a nuestros países: mientras que en algunos constituyen problemas de orden publico, en otros representan serias amenazas a la seguridad nacional. 

Hoy, la estructura de seguridad del hemisferio descansa, fundamentalmente, en tres pilares el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, el Tratado Americano de Soluciones Pacíficas y la propia Carta de la OEA. Con el paso de los años esa estructura se ha enriquecido con nuevos instrumentos jurídicos que cubren, en diversos rangos e importancia, las necesidades de seguridad propiamente tradicionales del hemisferio. 

Sin embargo, los cambios ocurridos en el sistema internacional hacen indispensable revisar y renovar los instrumentos internacionales que hemos desarrollado para garantizar la seguridad de nuestra región. Las premisas en que se basaba el sistema internacional de la posguerra han venido perdiendo crecientemente su vigencia. Hoy se está desarrollando un nuevo sistema basado en reglas y normas que trascienden fronteras y que pasan por encima de la soberanía del Estado. 

México considera que el cuerpo normativo contenido en las Cartas de la OEA y de la NU, y en un gran número de mecanismos específicos de cooperación, pueden ser la base para hacer frente tanto a las amenazas tradicionales a la seguridad de los países, como a las denominadas nuevas o no tradicionales, Pero creemos que es necesario desarrollar nuevos esquemas y mecanismos que respondan a las necesidades actuales. 

 

Sabemos que no puede existir un concepto único de seguridad en  nuestro hemisferio. Existen legítimas preocupaciones de países y grupos de países que no necesariamente son compartidas por todos los países del hemisferio, pero que son susceptibles de acciones coordinadas comunes basadas en un espíritu de solidaridad.  La pobreza, la exclusión, el financiamiento para el desarrollo, el buen gobierno, todos ellos son temas que fueron abordados en ocasión de la Reunión de Monterrey y que deben seguir discutiéndose. 

La negociación sobre estas materias debiera ser el propósito y sustancia de la Conferencia Especial de Seguridad  par la que México ha ofrecido servir como sede en el primer semestre de 2003. Agradecemos a todos los países que, en la reunión de ayer, expresaron su apoyo para que así sea. Nuestros gobiernos están llamados a basar sus decisiones en la cooperación más amplia posible, en el marco de la OEA  y las otras instituciones del Sistema Interamericano, para identificar y reforzar los instrumentos, mecanismos, estrategias programas y acciones que nos permitan a todos hacer frente con éxito a las amenazas que se presentan en la región. 

México estima conveniente iniciar, a la brevedad, los trabajos preparatorios para dicha Conferencia, con el fin de identificar los principios y acciones que deberán orientar nuestros trabajos. 

El propósito central de nuestra reflexión debe ser encontrar los mecanismos jurídicos y políticos que permitan articular de manera congruente las distintas necesidades de seguridad. 

Vivimos un momento de definiciones. Todos los países enfrentamos el desafíos e crear las reglas que permitan mantener la paz y la seguridad en un mundo cada vez más complejo y más interrelacionado, un mundo que se transforma aceleradamente. Y cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de contribuir al establecimiento de ese nuevo orden internacional del que dependerá no sólo la convivencia pacífica entre las naciones, sino la posibilidad de desarrollo y prosperidad de nuestros pueblos. 

Muchas Gracias. 

3 de junio de 2003