REUNION DE
CONSULTA DE MINISTROS DE RELACIONES EXTERIORES DISCURSO DE LA CANCILLER DE CHILE, SEÑORA, MARÍA SOLEDAD ALVEAR VALENZUELA, EN REUNION DE CANCILLERES DE LA OEA. Viernes
21 de septiembre de 2001
·
Señor Presidente ·
Señoras y señores
Cancilleres ·
Señoras y Señores Los
Estados Unidos, un país de nuestra región americana ha sido víctima de atentados
terroristas que han horrorizado al mundo dejando un saldo de miles de seres humanos de
distintas nacionalidades desaparecidos bajo
los escombros. Lo
ocurrido nos remeció a todos. Hemos
tomado conciencia, con dolor y preocupación, de que después del 11 de septiembre
enfrentamos un mundo nuevo, distinto e inseguro. Tenemos
ante nosotros a un enemigo común, un adversario hostil a los principios más básicos de
la civilización, de la convivencia humana y de nuestros valores democráticos. Una fuerza oculta y peligrosa que amenaza a la
humanidad y que nos obliga a redefinir las respuestas que debemos esgrimir como naciones democráticas, soberanas, unidas y
solidarias. Como
miembros todos del Sistema Interamericano podemos y debemos recurrir a las herramientas
que el mismo nos provee para ayudarnos mutuamente. Es
verdad que el nuevo mundo que abre el siglo XXI nos impone el desafío de desarrollar,
nuevos y mejores instrumentos regionales de cooperación, pero, en momentos de crisis como el que estamos viviendo
es urgente recurrir a lo que tenemos, por mucho que reconozcamos sus limitaciones. Y en
este sentido las reglas establecidas en la Carta de la OEA en materia de seguridad
colectiva y el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca son los instrumentos que
nos proporcionan el marco jurídico al que hoy debemos
acudir. Dentro
de este marco, el Comité Interamericano contra el Terrorismo, CICTE, creado en 1999, ha
aprobado lineamientos de trabajo, cuya efectiva implementación nos permitirá avanzar hacia una más estrecha colaboración en la lucha
contra el terrorismo. Chile está dispuesto a participar muy activamente no sólo en la
búsqueda, captura y procesamiento de cualquier terrorista en su territorio, sino que en
generar un amplio intercambio de información a fin de evitar el movimiento de terroristas
hacia y desde el país, a buscar formulas que permitan impedir los flujos de dinero para
los terroristas y sus actividades, así como para perfeccionar los mecanismos de
extradición y asistencia judicial mutua en materia penal con el objeto que los
responsables de estos graves crímenes no encuentren refugio seguro en ninguna parte. Esta
reunión de la Organización de los Estados Americanos
demuestra la unidad del hemisferio en su más irrestricto apoyo a los Estados
Unidos. Uno de los nuestros está sufriendo
el rigor del terrorismo y requiere el respaldo de una América unida, como lo ha recibido
ya de los países de Europa, de las máximas instancias multilaterales, como lo son el
Consejo de Seguridad y la Asamblea General de Naciones Unidas, y de bloques regionales
como el Grupo de Río. En
su calidad de Secretaría Pro Témpore del Grupo de Río, Chile actuó rápidamente para
coordinar posiciones y lograr una condena común a los sucesos que remecieron al mundo. Hoy, en este encuentro extraordinario, demostramos
que los países de la OEA adoptan una actitud común que muestra un solo gran bloque de
respaldo a las acciones que legítimamente se puedan emprender como respuesta a tan
sangrientos atentados. Creemos
que no tenemos más alternativa que luchar contra el terrorismo. Nuestras acciones deben ser eficaces, inteligentes
y justas para demostrarle a este enemigo que el mundo civilizado no acepta ni aceptará su
ofensiva y que está preparado para defenderse. Esta
defensa se basa en la recuperación de aquello que se
ha vulnerado gravemente, esto es, el imperio del Derecho, que permite a los habitantes de
nuestros países vivir con libertad y seguridad. Los ataques terroristas perpetrados
contra Estados Unidos hace apenas unos días, constituyen una flagrante y dramática
negación de los principios más básicos que rigen el orden internacional y la
protección de las personas. El hemisferio se reúne hoy con una sola voz, para asegurar
que ningún Estado se vea afectado por actos terroristas como los que hemos sufrido, así
como para evitar que nuevas victimas sean afectadas por actos marcados por la violencia y
el terror. La
comunidad de las Américas basa su reacción en la valorización de la dignidad de la
persona humana. Ese es el centro de nuestras preocupaciones. El
reto es enorme y lo sabemos. Nadie está exento de sufrir el accionar criminal del
terrorismo, que no conoce límites geográficos ni discrimina entre sus víctimas. Por
eso, la capacidad de respuesta debe contar con el apoyo unánime de la comunidad
internacional. Incluso más, yo diría que
este nuevo horizonte que enfrenta la humanidad nos obliga a todos a revisar muchos
aspectos de los mecanismos internacionales, pero al mismo tiempo nuestras propias
legislaciones internas para adecuarlos a este nuevo escenario. Debemos prepararnos como
países y como comunidad internacional para enfrentar esta amenaza, que ha alcanzado
dimensiones que nos eran hasta ahora desconocidas. Sr.
Presidente, Esta
respuesta hemisférica está inserta en el mundo global. Somos parte del vasto movimiento
universal de indignación y repudio al crimen enorme cometido contra el pueblo de los
Estados Unidos. Lo que hoy nos corresponde como Estados es darle forma, hacerlo operativo,
dotando a la respuesta al terrorismo de la máxima legitimidad, el más sólido respaldo
internacional, acudiendo a las medidas más eficaces y justas, para aislar, detener y
someter a la justicia a los responsables En esta hora no
se trata sólo de apoyar a los Estados Unidos sino de asumir cabalmente nuestra
responsabilidad colectiva en la lucha contra el terrorismo que amenaza a toda la
humanidad. Debemos
enfrentar la agresión del terrorismo con la inteligencia y cooperación de nuestras
democracias. Frente a la acción a través de las fronteras de este enemigo que atenta en
forma bárbara contra las victimas inocentes, debemos
actuar concertadamente en el marco del derecho internacional. Frente al fanatismo y
la intolerancia, la comunidad internacional y muy especialmente nuestras democracias deben responder con respeto a la
diversidad, más libertad y seguridad, y con el enjuiciamiento y castigo de los
responsables, así como la desarticulación de las redes que los amparan y les permiten
actuar. En
definitiva estamos luchando por restaurar la vigencia del derecho internacional y del
derecho a la vida, vilmente vulnerados ese trágico 11 de septiembre, para que prevalezca
de esta forma la democracia, la justicia y los derechos humanos. Muchas gracias.
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